El martes de la semana pasada, 17 de junio, todavía seguía lloviendo en Bilbao. para estas alturas, con tanto llover, el "fondo paragüístico" de mi casa estaba ya sin fondos: entre los paraguas que había perdido y los que se habían roto, no me quedaba ni uno operativo. Así que cogí el que más me gustaba (de colores del arco iris), que tenía las varillas "pallá", y allí que me fui a la paragüería Leoz, en Belostikale, la de "toda la vida".
Me quedé impresionada del montaje que exponían (y exponen hasta el 28 de junio) en su pequeño escaparate: una paraguas elegante, negro brillante con empuñadura de plata, en perfecto estado, se apoyaba delicado en un atril en el que contaba su historia, transportándonos a los tiempos de un Bilbao de antaño, en donde salir de paseo era toda una institución social.Y dice así:
" Hace algún tiempo pasó por esta tienda una señora que no venía a comprar, ni tampoco traía nada para arreglar, solo quería regalarme un paraguas, y contarme su historia:
Habían pasado unos 85 años desde que su madre lo comproó en la paragüería que por aquel entonces regentaba mi abuelo.
Era uno de sus mejores paraguas, que tras la muerte de su madre, hbía pasado a sus manos, por lo que tenía un valor entrañable para ella.
Ahora se había quedado sola, y dada su abanzada edad, había decdido ingresar en una residencia.
Temía que, tras su muerte, sus sobrinas no valorasen el paraguas y este acabase tirado en la basura, por lo que quería que fura yo la que lo conservase.
Ahora lo guardo como una pequeña jpya, un recuerdo muy especial de mi abuelo..."
Otras pequeñas historias en el interior...."
Una composición sencilla, delicada y llena, llenita de historia, una historia cercana, de "a pie de calle", con sabor a chocolate caliente en una lluviosa tarde bilbaina de otoño.
Me encanta encontrarme estas historias en los rincones más inesperados de nuestro Casco Viejo. A veces, solo hace falta pararse , cerrar lo ojos y dejarse llevar con la imaginación, las historias ya están ahí....
